By Joan Spínola -FOTORETOC-

By Joan Spínola -FOTORETOC-

Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



lunes, 30 de agosto de 2010

TODO HA VUELTO OTRA VEZ A LA CALMA

EL COSO POZO DE LUZ



Nos resistimos muchas veces a conocer en toda su profundidad ese extraño fenómeno ciudadano por el cual, en una fecha determinada se despierta de su letargo, se paraliza su quehacer cotidiano y como desperezándose (en este juego de brazos y piernas ya tiene sentido el genuino folklore, en el mas noble sentido de la palabra) comienza a manifestarse hacia el exterior, olvidando por unos días todo lo que de vida íntima, habitación, patio, corral, huerto, desahogo, tiene el desenvolvimiento diario y constante del pueblo.
Ninguna otra localización geográfica española tiene mas desarrollado el sentido del pudor y del recato como Andalucía. El cancel de entrada a la casa, el zaguán, la celosía, la persiana, la cortina andaluza, mas que por el sentido de su propio ser, el estar allí colocados para aminorar luces y reflejos, en la casa del sur se instalan para reafirmar mas el recogimiento, evitar la mirada y conseguir –en fin- esa vida interior, ese intimismo tradicional entre nosotros.
Pero hay unos días determinados en los que, como en el oficio litúrgico de la Resurrección, el velo de la intimidad se recorre y un imponente “gloria” atraviesa el aire, rasgas el ambiente y desde lo más hondo de cada existencia la alegría y el júbilo se personifican en un recinto mas o menos amplio, en el que todos van a participar necesariamente. Las ferias de los pueblos andaluces vienen a ser este vuelco hacia el exterior, ese salir hacia fuera, y por lo tanto la exhibición se concreta en farolillos, guirnaldas, banderas, músicas y trajín de fiesta.
En Guadalcanal el júbilo externo de unos días claves responde al nombre de “Coso”. Y es aquí, en este recinto bordeado de sierras y en los primeros días de septiembre donde se repite una vez más ese extraño fenómeno mediante el cual el pueblo rompe su veladura cotidiana y se muestra a la vista de todos. El pueblo entonces, vive en el Coso; ríe, trajina, come, pasea por el Coso. Si hubiera tiempo podría dormir.
En Guadalcanal la palabra “Coso” bien puede tener un nuevo significado, además del que comúnmente se le asigna. Porque recinto es para fiesta y esparcimiento, pero es también ruedo en profundidad desde las alturas que rodean al pueblo; es decir, pozo de luz en las primeras noches de septiembre (no olvidemos que la Virgen de Guaditoca va todo los años a encenderlo) y es también Coso de júbilo durante cuatro días consecutivos que como una estrella fugaz empieza a desvanecerse en la última medianoche cuando los fríos del alba anuncian a traspasar las primeras claridades.
El milagro anual se ha realizado a partir de este momento. Todo ha vuelto otra vez a la calma. Va a comenzar de nuevo el recogimiento. El pueblo adquiere su antiguo pulso y la persiana esquiva ya miradas ajenas. Los objetos de la casa han comenzado a tener su normal fisonomía de intimidad. Entonces una hoja cae lentamente desde la enredadera al patio. La misma maravillosa lentitud tiene ya la vida del pueblo, cuando empieza a teñirse con el color de cobre del otoño que se avecina.

 Juan Collantes de Terán. Revista 1960

miércoles, 25 de agosto de 2010

QUE DEPRISA VAN VDS., SEÑOR


Whuzland, Agosto 2010

Estimado español:
Desviaré hoy vuestra atención hacia un hecho digno de psicoanálisis: Me traduce mi nieto de una revista de las que vos me ha enviado, no se si le he comentado, señor, (mi nieto lee correctamente y traduce su idioma gracias a las enseñanzas de un misionero español, lástima que a este le expulsaran de mi tribu por “ciertas formas irregulares de hablar del Díos de los pobres”), bueno continuó después de esta pequeña aclaración, como le decía me lee: que la velocidad es la pasión principal de vuestros coetáneos españoles, por encima del trabajo, la familia y el amor a su propia vida, se puede constatar cada día, si uno pretende respetar las limitaciones de velocidad sigue informando el articulo, pronto se sentirá acosado, es un tipo de acoso, el viario, que llega a horripilar cuando el que apremia es un vehículo articulado de 36 toneladas que, por si no nos hubiéramos apercibido, nos azuza con sus luces.
Creo, señor, que vuestros españoles ignoran varias cosas. En primer lugar, la matemática, en efecto, la ganancia de tiempo por circular a 150 Km./hora (velocidad temeraria a todas luces) es de 6 segundos por cada kilómetro recorrido a 120 Km./hora (velocidad máxima permitida en sus autovías) para ganar una hora, una escasa hora, precisaríamos ir a 150 km/hora durante 600 km. En segundo lugar, la física, se ignora que en curva padecemos los efectos de desplazamiento lateral de la fuerza centrífuga solo compensados por el rozamiento del neumático, que esta fuerza varía con el cuadrado de la velocidad y es de efectos devastadores cuando la adherencia esta reducida por las características del suelo y/o el estado de los neumáticos, como comprenderá, señor, esta parrafada no es obra de un pobre ignorante como yo, lo ha leído mí nieto en una revista especializada en automóviles, también, el fenómeno de acuaplanning, prosigue dicho articulo, siempre presente cuando la carretera se halla mojada y desgastado el neumático. En tercer lugar, las sanciones por exceso de velocidad y los desastres personales y materiales en caso de accidente son irreparables.
Además de la ignorancia qué motiva esta atracción de vuestros españoles por la velocidad, ¿Se sienten mas realizados cuando le ganan al tiempo apenas minutos? creo que los españoles tienen una enorme falta de vida interior, creo que sus paisanos están lo que en nuestro dialecto se llama duhulem (mal de la cabeza dicen Vds.), con el debido respeto, señor, creo que el español hoy carece de introspección y conciencia ciudadana, creo que el hombre occidental moderno, renacentista, de espíritu solidario, no abunda entre sus conductores, que se transforman cuando se sientan en sus potentes vehículos, señor.
Sí, el hombre premoderno dotado de pensamiento mágico con escasa capacidad para alumbrar su propio estilo de vida es el que habita en sus mentes enfermas, un hombre sin principios, descabezado y extrovertido, mitómano, por su comportamiento, comparsa del primer flautista de Hammelin que le encandile con su melodía, incapaz de generar sus propias emociones se limita a percibir la sensación de poder deseando gozar meramente de la sensación de abasallar a los demás.
De no ser así, señor, el ansia loca por la velocidad como generadora de fuertes sensaciones y, sobre todo, de una tremenda percepción de prepotencia, no se daría en sus magnificas carreteras, le hablo desde la propia experiencia, nuestro medio de transporte es el burro o asno o (Equus africanus asinus), apenas alcanza los 5 Km. /h. y nos lleva a todas partes.
Mis antepasados me enseñaron que cuando uno vive una rica vida interior, cuando uno ama, cuando uno cavila y sueña despierto, la velocidad importa poco, tampoco alzarse sobre los demás les debería llenar de felicidad, podríamos decir que Vds. no están para esas cosas, pero estoy seguro de que usted, señor, me entiende. ¿Dígame, señor, no es cierto que cuando conduzca pensativo después de leer mi reflexión  menguará su interés por la velocidad y la prepotencia, ya me dirá que opina, señor?
Que nuestro Dios Alepeuk, os proteja, señor

Un Luzlandés

Rafael Candelario Repisa.- La fragua del pensamiento

sábado, 21 de agosto de 2010

Y DESDE LIMA A GUANAJATO Y TUCUMÁN

Guadalcanal en América 9

INDIANOS DE GUADALCANAL (Segunda parte)

El conquistador es un ser que cabalga entre dos épocas. No podía prescindir de la herencia medieval ni del vitalismo del Renacimiento. La honra y la fama les aguijoneaba, pues muchos tenían de que vivir. Otros buscaban la aventura. Había de todo; sin embargo, algunas familias no dieron emigrantes. La mayoría del grupo estudiado de Guadalcanal no son desheredados, sino anhelantes de fortuna.
El primero que conozco, que emigró en 1509, es Pedro Gómez, artesano, que cambió su oficio por la espada. En 1515 Hernán González Remusgo de la Torre marchó para la conquista del Perú. Su sobrino Fernán González de la Torre también se halló en dicha conquista. Francisco de Guadalcanal (su verdadero nombre ere Francisco González de Bonilla) se asentó en Panamá donde fue regidor. Marina Vélez de Ortega, una de las primeras que llegaron a Nueva España, Diego Gavilán, en la conquista del Perú, encomendero y fundador de Huamanga. El caso de los Bonilla es el representativo de una familia con éxito, ha dicho un investigador, y tiene razón en ello. Tras su tío Francisco de Guadalcanal, que marchó en 1517, pasó Rodrigo Núñez de Bonilla, que destacó en Española y Tierra Firme, donde guerreo con sus armas y caballos, perdiendo muchos esclavos. De la conquista de Panamá pasó al Perú. Fue tesorero de la Real Hacienda de Quito, recibiendo de Francisco Pizarro varias encomiendas, siendo de los más ricos de allí, pues sus bienes se acumulaban en unos cien mil pesos. Más tarde nombrado gobernador de los Quijos hijo Rodrigo reedificó la ciudad de Archidona, llamándola Santiago de Guadalcanal. En Quito encontrarnos también a Alonso de Bastida, que fue tesorero real. Pedro Martín Montanero y Juan Gutiérrez de Medina fueron conquistadores y encomenderos. Miembros la familia Ortega emigraron en los siglos XVI y XVII, y así, encontrarnos a Hernando de Ortega, Antonio y Pedro de Ortega Valencia, parientes estos dos los Bonilla, que salieron de Guadalcanal 1540 con rumbo a Nueva España, figurando en la Audiencia de Quito, y encontrándose Pedro corno alguacil mayor a provincia de Panamiá en 1561. En el mismo registro de pasajeros encontramos Bartolomé de la Parra, hijo del doctor Juan de la Parra; Sebastián del Toro y Rodrigo López, hijo de Pedro López el cerrajero. Otros miembros fueron Gonzalo Yanes de Ortega, su hermano, el mercader Alonso de Ortega; Rodrigo de Ortega y Jerónimo de Ortega Fuentes.
Otros indianos fueron Cristóbal de Aros, mercader de ropa en Lima; Pedro de Arcos, Luis de Bonilla Mexía, que mandó una barra de plata a su hermana María de Bonilla, y cuando llego ya había fallecido; Francisco Rodríguez Hidalgo. Alonso y Francisco González de la Espada, dueños de recuas en Arica. Alonso y Juan González. de Sancha, en Tucumán; el capitán Francisco de la Cava, en Potosí; Cristóbal López de la Torre, Álvaro García de la Parra, Juan Garzón, Alonso del Toro, Luis Camacho, Martín de Valencia y Ortega, Hernán Sánchez, el bachiller Pedro de Adrada, Gonzalo Pérez, Francisco Muñoz de la Rica y Esteban García, hijo de Diego Alonso Quintero, entre otros muchos. En México nos encontramos a Diego Ramos Gavilán y Antonio de Bastidas y su hermano Cristóbal de Bonilla Bastida, Hernando y Rodrigo Ramos, comerciantes y mineros; García Núñez de la Torre, en Taxco, minero. En Guanajuato, a Álvaro de Castilla Calderón, que destinó cincuenta mil ducados para erigir el hospital de la Concepción en Guadalajara, y a su hermano Juan, ambos mercaderes y mineros, y a Gonzalo de Bonilla Barba, propietario de minas, igual que los anteriores. También se encontraban allí Hernán y García Ramos Caballero, Cristóbal Martín Zorro, Luis de Castilla Chaves, alguacil mayor de minas; Pedro Ramos y Alonso de Castilla, que forman una colonia de Guadalcanal en Guanajuato. No quiero dejar de mencionar algunos más, como Pedro Sánchez de Gálvez, los Yanes, Rodrigo, Juan, Pedro, Gonzalo y Francisco, Miguel y Luis Ortega, Diego Ramos el Rico y Martín Delgado, que marchó en 1535 y que tiene el mismo nombre que el descubridor de las minas de Pozo Rico.
Los colonizadores liquidan sus haciendas en el pueblo, dejan sus familias y marchan con sus familiares y paisanos de América. Parece ser que no marchan a ciegas, van y vienen algunos, y otros se relacionan por cartas, encargos y dineros y fundan en Guadalcanal capellanías y obras pías que heredan sus parientes, algunos como Jerónimo González de Alanís, que funda el convento de Santa Clara, enviando treinta mil pesos de plata, según su testamento de 1582.
Se llamaban peruleros a los que habían estado en Perú y volvían a Guadalcanal con riquezas. Parece ser que el nombre se extendió a los indianos de cualquier parte que volvieron a su tierra. Entre los peruleros que había en nuestro pueblo he encontrado a los siguientes: Benito Carranco, en 1624 aparece en la collación de San Sebastián. Había sido socio con los González de la Espada y con Arcos en Lima, Juan Bonilla Mejías, .Jerónimo Ortega de la Fuente. Luis de Bastida, Pedro Sánchez Holgado, Diego Gutiérrez sastre de Guadalcanal; Francisco de Torres, Rodrigo de Ortega, que estuvo veinte años en Méjico y regresó en 1608; Agustín de Sotomayor, que en 1613 ya llevaba cuarenta años en el pueblo desde que volvió. Los cinco últimos testificaron en un pleito que hubo sobre Álvaro de Castilla y la Concepción. También hallamos a Jerónimo González de la Espada, hermano de Pedro Martínez de la Pava, cura de Cajatambo, en Perú. Este, al morir, dejó por heredera a su sobrina Ana de Bonilla, de Guadalcanal, en 1615. Bartolomé de la Parra, el hijo del doctor De la Parra, regresó de Santo Domingo, seguramente para ver a sus padres, y en 1565 marchó a Nueva Granada.
Jerónimo de Ortega Valencia, que se fue a Tierra Firme en 1570, lo encontramos en Guadalcanal en 1572, regresando ese mismo año a Indias. Gonzalo Yanes de Ortega, que había venido del Perú, lo vemos marcharse en 1556. Diego Alonso Larios emigró en 1536 a Méjico, volvió al pueblo y en 1561 marcha otra vez pero acompañado de una esclava. También he hallado a la perulera de Santiago en 1565 que tenía un esclavo. El nombre puede referirse a la calle Santiago o a su hospital. En 1577 encuentro a María González la perulera. El más famoso perulero de Guadalcanal es Alonso González de la Pava, que fundó el convento del Espíritu Santo con un hospital anejo. Había hecho un gran capital en Potosí, en las minas de plata del Cerro, que estaban situadas en una montaña. Allí se relacionó con Francisco de la Cava y con Alonso González de la Espada. En 1615 ya estaba en Guadalcanal y en esa fecha se empieza a construir el convento, habiéndomelo encontrado en 1619 en la iglesia de Santa Ana como padrino de bautizo de una sobrina nieta, pues él no tuvo descendencia. Se sabe que poseía minas en la provincia de León en Extremadura. En la escritura de donación manda se digan misas por la conversión de los indios y por las ánimas de los indios muertos en las minas de Potosí, falleciendo en 1620 y siendo sepultado en la iglesia del convento del Espíritu Santo, donde se puede ver su retrato en el retablo.
Su sobrino Juan González de la Pava quiso imitarle y marchó al Perú, siendo desheredado por su tío. Sin embargo, años más tarde, aparece su nombre como patrono del convento. De parientes de Alonso González de la Pava, así como de otros peruleros y conquistadores de Indias, descendemos algunas familias de Guadalcanal, según tenemos constancia.
La conquista, vuelvo a repetir, fue deseo de mejora económica, anhelo de ganar honra y fama, celo misionero, preocupación de ascender socialmente y afán de aventura. Se consiguió algo importante: extender el evangelio, propagar la lengua y la cultura española y, cómo no, nuestra sangre.

Dr. Antonio Gordón Bernabé.- Revista de Feria 1992

miércoles, 18 de agosto de 2010

ACUERDO DE TRASLACIÓN DE NUESTRA PATRONA


GUADALCANAL 1862

El día 8 de junio de 1862, en la reunión que celebró la Municipalidad se dio cuenta de un escrito de don Ignacio Vázquez, de esta vecindad de fecha 6 del mismo mes y año, en el que manifestaba en su nombre y en el de otros devotos de la Santísima Virgen de Guaditoca, que acudió a don José Yanes Cabeza, presbítero, como patrono o encargado del Santuario de Nuestra Señora María Santísima de Guaditoca, para que dispusiese lo conveniente a la traslación a esta villa de dicha Imagen para que permaneciese en ella durante los días de la próxima feria según de tiempo inmemorial se viene practicando. El señor don José Yanes Cabeza, presente en dicha ocasión, dijo: «Que efectivamente don Ignacio Vázquez hizo solicitud verbal, para que por su parte se dispusiese la venida de nuestra  Patrona para que estuviese en la población los días de feria, pero que no había accedido a semejante petición, porque no se creía con suficientes facultades para ello, puesto que tenia entendido debía intervenir en este asunto el Ayuntamiento. Con estos antecedentes y después de conferenciar largamente acerca del particular dispusieron por unanimidad que por el Secretario municipal se buscasen antecedentes relativos a la traslación de Nuestra Señora de Guaditoca de que se trata, con el fin de poder resolver definitivamente con conocimientos de causa; a cuyo fin para mayor ilustración en el asunto, convinieron también se convoque a los señores Curas y Clero con citación de algunos vecinos que pueden informar acerca de este particular.»
En el mismo día se celebró otra reunión, cuya acta copiada literalmente dice: «Sesión Extraordinaria, domingo 8 de junio. En la villa de Guadalcanal a ocho de junio de mil ochocientos sesenta y dos, reunidos los señores del Ayuntamiento, con asistencia de los señores don José Yanes Cabeza, Presbítero Patrono del Santuario de Nuestra Señora Santísima de Guaditoca; don Ángel Fernández de Salas, Cura Propio de la Iglesia Parroquial de Santa María; don Francisco Merchán Díez, de la de San Sebastián; don José Merchán, Presbítero Teniente de Curia de la de Santa Ana; don José Yanes Gil, Presbítero, con los vecinos propietarios de esta villa don Ignacio Vázquez, don Antonio Rivero Muñoz y don Juan Rivero Rodríguez, para celebrar sesión extraordinaria, según tiene acordado el Ayuntamiento en sesión de esta mañana, con el fin de tratar de resolver acerca de la traslación de la Imagen de Nuestra Señora María Santísima de Guaditoca, nuestra Patrona, desde su Santuario a la Iglesia Parroquial de Santa María según costumbre se viene practicando, dispuso el Presidente, que por el Secretario municipal, a quien se encargó la búsqueda de antecedentes, se diese lectura a los que sobre el asunto se hubieren encontrado. Así, en efecto, leyóse un acuerdo contenido en el libro de actas correspondiente al año de mil setecientos noventa y tres, por el que resulta: Que a consecuencia de órdenes superiores, la feria o mercado que se celebraba contiguo a la Ermita de Nuestra Señora de Guaditoca dejó de verificarse en aquel punto, trasladándose en su consecuencia a esta villa; que consecuente a ésta medida y siendo una de las reglas establecidas por la Corporación Municipal en veinte y dos y veinte y cuatro de mayo del año de mil setecientos noventa y dos, que la Soberana Imagen se hubiese de traer anualmente desde su Santa Casa a la Iglesia Parroquial de Santa María, donde debería permanecer, con el debido culto, durante los días de dicha feria, y que concluida ésta se restituyese a su Santuario; que para remover a la Sagrada Imagen precedió siempre el acuerdo de la Municipalidad; y por último, que para satisfacer los gastos que ocasione su traslación se recurra a las limosnas voluntarias de los fieles, alquiler de maderas y mesas para los feriantes y réditos de algunos censos, cuyos fondos se creían suficientes para dicha festividad. Terminada la lectura de este antecedente y después de conferenciar largo rato sobre el particular, oído el parecer de los señores Curas párrocos, -Patronos y vecinos asociados, y teniendo en consideración lo anteriormente consignado por la Corporación Municipal, acordaron:
1 °.—Que desde este día sea exclusivo y peculiar del Ayuntamiento la traslación en esta u otra época y por cualquier causa, de la venerada Imagen de Nuestra Señora de Guaditoca, desde su Santuario a la población.
2.°—Que para subvenir a los gastos que ocasione su traslación se recurra a las limosnas y colectas de los fíeles a cuyo fin se nombrará un Comisario del seno del Ayuntamiento, poniéndose de acuerdo con el patrono, dispongan lo conveniente al mejor orden de aquel acto, e inversión de las sumas que por el expresado concepto se recauden.
3.°—El Presidente del Ayuntamiento será el encargado de participar a quien corresponda la resolución de la Municipalidad para la venida y vuelta de la Sagrada Imagen. En su consecuencia, de conformidad con las reglas que anteceden y por lo que respecta al presente año, dispusieron la traslación de la Patrona desde su Santuario a esta población el día DIEZ DEL CORRIENTE, para que permanezca en ella durante LOS DIAS DE FERIA, debiendo volver al siguiente de espirar ésta, a la Ermita del Espíritu Santo, para que en el inmediato sea restituida a su Santuario, nombrándose comisionado por parte de la Municipalidad al Concejal don José Jesús Rivera, a quien se encarga el desempeño de las funciones a que se refiere la regla segunda, anteriormente reseñada».

ANTAÑAZO
Revista de Feria 1973

sábado, 14 de agosto de 2010

DESDE MÉXICO A GUATEMALA Y LAS ANTILLAS

GUADALCANAL EN AMÉRICA 8

Indianos de Guadalcanal
(Primera Parte)


Extremadura fue una de las regiones que más conquistadores aportó a América. Guadalcanal, que pertenecía a ella, se distinguió con un gran número de emigrantes, y así figura entre los treinta y dos pueblos y ciudades que más gente envió. Más que Ciudad Real, Ávila, Guadalajara, Jaén y Málaga. Más que Écija y Sanlúcar de Barrameda. Más que Plasencia, Mérida, Llerena y Jerez de los Caballeros. Más que Fregenal, Azuaga y Fuente de Cantos, y sigue a Medellín, patria de Hernán Cortés, con poca diferencia.
¿Por qué se produjo la emigración? La causa de la emigración ha sido siempre el buscar remedio a las necesidades que no se encuentra en el territorio de origen. En esa época vuelven al hogar tantos y tantos brazos que habían empuñado sus armas en las luchas sucesorias y en la guerra de Granada y ahora se encuentran sin meta. Toda la población, hidalgos y común, tendrían que dedicarse a las faenas agrícolas y ganaderas, de no ser porque el Descubrimiento de las Indias abría una nueva salida para ellos.
Las etapas de la emigración son las siguientes:
Etapa antillana, del 1506 al 1526, con salidas individuales esporádicas.
Etapa novohispana, de 1527 a 1540. El 70% se va a México; el 11%, a las Antillas, 6,5%, al Perú; 6%, a Tierra Firme; dos individuos, al Plata; uno, a la Florida, y uno, a Guatemala.
Segunda etapa novohispana de 1554 a 1561: el. 33%, a Méjico; 21% a Perú: 20%, Antillas; 6,5%, Tierra Firme; 12%, Nicaragua; uno a Florida, y uno, a Venezuela.
Etapa peruana, del 1566 a 1577: el 47%, al Perú; 28%, a Méjico, y Tierra Firme, el 19%.
En el siglo siguiente marchan sobre todo a Méjico, que era llamado Nueva España, al que sigue Perú. En estos países hay muchos descendientes de Guadalcanal. La mayoría de los emigrantes que pasan solos son solteros, y los acompañados son padres de mediana edad. Los primeros son jóvenes reclutados que buscan aventuras. A mediados del siglo XVI baja el número de aventureros y aumentan las mujeres y niños para reunirse con sus maridos. Una oleada de artesanos, mineros, tenderos, abogados, médicos, funcionarios reales y eclesiásticos, marchan para disfrutar de mejores oportunidades. A los jóvenes sin oficio ya no les dejan pasar, porque hay muchos ociosos. Los casados ya no emigran sin sus esposas, y si están en Indias, las reclaman, pues la mayoría de los colonizadores habían tomado concubinas indígenas. En una carta de un capellán al rey en 1545 se dice: «Acá tienen algunos a setenta indias; syno es algun pobre no ay quien baje de cinco e de seys; la mayor parte de quinze y veynte, de treynta e quarenta...» (Sic)
En el Archivo de Indias he hecho un recuento de guadalcanalenses en América y he hallado que entre 1493 y 1579 emigraron 352, desde el último año a 1600 fueron 38 y a lo largo del siglo XVII setenta y cuatro paisanos más, y que hacen un total de cuatrocientos sesenta y cuatro emigrantes. Si a esto añadimos los que se pudieron colar de polizones, podrían llegar a los quinientos. Tenemos noticias de que en 1527 ya se habían ido catorce, y que la emigración fuerte fue entre 1527 y 1565.
Guadalcanal en esa época aparece como una de las villas más pobladas de la Baja Extremadura, con unas cinco mil almas. Las minas de plata descubiertas en 1555 no fueron obstáculos para la emigración, y aunque emigró mucha gente, hay que considerar las que vinieron a trabajar en las minas, que fueron muchas y yo conozco sus nombres.
Aunque Guadalcanal pertenecía a la región extremeña y formaba parte del triángulo formado por ella, Azuaga y Llerena, muy vinculados entre sí geográfica y económicamente, se relacionaba, como toda la Sierra Norte, con Sevilla, y de esta Sierra eran los vinos que se exportaron a América desde el Descubrimiento mismo. Los vinos claretes, mostos y añejos eran famosos, hasta el punto de llevar los odres el nombre de Guadalcanal, y extendiéndolos los conquistadores por los nuevos territorios. El trasiego de gente a uno y otro lado del mar llenaba el pueblo de noticias de ultramar, observándose que tras salir varios individuos de diversas familias en los primeros viajes, vemos salir familiares más tarde al mismo sitio. Todos dejaron hermanos en el pueblo. Muchísimos eran parientes, y es que antiguamente las familias de nuestro pueblo estaban unidas por lazos de consanguinidad. El éxito de un indiano influía sobre los paisanos para marcharse, aunque todos no consiguieron éxito y fortuna. Los años de máxima emigración son 1536, con ochenta y nueve personas, con predominio de familias a México, y 1561, con cuarenta y siete, entre ellos muchas familias labradoras, a Nicaragua y Santo Domingo. De todo lo cual se deduce que la emigración de Guadalcanal es fundamentalmente en el siglo XVI.
El cronista Fernández de Oviedo señala la fiebre que en todos los niveles despertaron las Indias cuando dice: Hubo muchos que vendieron los patrimonios y rentas y haciendas que tenían y heredaron de sus padres, y otros, algo menos locos, las empeñaron por algunos años, dejando lo cierto por lo dudoso..., no teniendo en lo que habían de adquirir y ganar en este camino.
El conquistador era por lo general individuo joven. Partían bastantes en pos de aventura, mejora económica y ascenso social. Querían servir a Dios y al rey pero buscando también posición y riquezas.
Según las leyes de Indias, el indiano debía ser gente limpia de toda raza de moro, judío, hereje o penitenciado por el Santo Oficio de la Inquisición. Para emigrar era necesario registrarse en la Casa de Contratación de Sevilla con un informe favorable de testigos del pueblo y ponerse en contacto con los dueños de Naos o bien con mercaderes acordando el pago. En el Archivo de Indias vi hace muchos años un registro de la familia Bonilla y después de descifrarlo saqué lo que sigue: Juan de Bonilla y Alonso de Bonilla, hijos de Alonso de Bonilla y Teresa Sánchez, su mujer, vecinos de Guadalcanal, pasaron en la Nao de Sancho Prieto al Perú pasajeros de licencia del capitán Francisco Pizarro; juraron Antonio de Ortega y Francisco Muñoz García, vecinos de Guadalcanal, que conocen e que saben que no son de los prohibidos. Año 1534.

Dr. Antonio Gordón Bernabé.-Revista de Feria 1992

miércoles, 11 de agosto de 2010

EL PUEBLO DE MIS AMORES


GUADALCANAL, UNA JOYA EN LA SIERRA


«Para visitar está la Parroquia de Santa María con una torre cuadrada, la iglesia de Santa Ana recientemente restaurada, y las ermitas de Guaditoca. y San Benito».

Guadalcanal es un pueblo mitad sevillano mitad extremeño, vinculado históricamente a la Orden de Santiago, de lo que hay huella monumental y en los usos. Era el pueblo donde nacieron y se casaron mis abuelos paternos, y en el que durante mi infancia pasé los veranos. Después de un período en que mi vida giró más hacia Alanís (a 10 km.), hace ya veinte años que prácticamente todas las semanas paso uno o dos días en esta localidad. Primero fueron las mañanas jugando con otros niños en el Palacio, jardín con una impresionante vista a la Sierra del Agua, lleno de plátanos de India a cuya sombra se sentaban las madres a hacer punto y hablar, y los padres a jugar al dominó. Después la bicicleta y las pandillas callejeras en conflicto entre sí y con los municipales, que mandaba férreamente un sargento al que nosotros llamábamos Pípole y los adultos respetuosamente don José. Ahora, que todo ese tiempo ha pasado, Guadalcanal es un lugar donde se puede descansar y pasear, cuando no te ocupan otras obligaciones.
Para visitar el pueblo hay que desplazarse a la Sierra Norte, pasar Cazalla o Constantina, y siguiendo hacia Extremadura atravesar, según la ruta, San Nicolás del Puerto y Alanís. En el camino empieza a verse que unos de los grandes atractivos de Guadalcanal son sus paisajes, y las vistas del pueblo desde diversos emplazamientos. Y para visitar, está la Parroquia de Santa María con una torre cuadrada, la iglesia de Santa Ana recientemente restaurada, y las ermitas de Guaditoca y San Benito. Hay diversos miradores, como el del Cristo, o el de la Sierra del Viento, y también subiendo la Sierra de Hamapega se tiene una impresionante vista hacia el sur. La fiesta más destacada es la feria, que antes era los días 4 a 6 de septiembre, con procesión de la Virgen de Guaditoca al recinto ferial entre cohetes y traca, gigantes y cabezudos. Ahora la feria se ha trasladado a agosto, para aprovechar las vacaciones de los paisanos que residen fuera el pueblo. También son muy concurridas las romerías de la Virgen de Guaditoca, cuando la llevan a la ermita, a final de septiembre, y cuando la traen al pueblo, a final de abril.
En Guadalcanal se puede comer bien, y muy barato. Aunque hace poco se ha perdido un establecimiento de gourmets, el Bar Nuevo, la oferta sigue siendo amplia. El Perdigón y Andrea tienen un surtido de tapas y comidas caseras. En el centro del pueblo, El Serón, en los bajos del Casino Nuevo, con amplia carta, la Puntilla donde las setas resucitan a los muertos, la Almona que en verano ponen una terraza donde resalta el cerdo a la sal, El Bar España con impresionante filetes empanados, o el Bar Silvia con gran variedad de carnes y pescados.
Pregunten en donde vayan a comer si tienen guarrito, que son trozos de carne de cerdo con tocino, adobados y fritos; pero no abusen. También son famosos los ladrillos refractarios, pero no se comen, aunque dan de comer a muchas familias.

ABC SÁBADO 26 de Diciembre de 2009
Antonio Fontán Meana.- Abogado

sábado, 7 de agosto de 2010

NUESTRA SEÑORA DE CHIQUINQUIRÁ


Imagen original del lienzo

MARÍA RAMOS, GUADALCANAL EN AMÉRICA

En el año del Señor de 1578, María Ramos acompañada de su sobrino Francisco de Ribera Santa Ana, naturales de Guadalcanal (Sevilla), partieron hacia las Indias para reunirse esta con su marido Pedro de Santa Ana, igualmente vecino de esta villa y residente en Tunja (Colombia), donde había conseguido fortuna y una situación privilegiada.
Decepcionada por el recibimiento de su marido y por su alejamiento, posiblemente por haber encontrado este otros amores con las indígenas del lugar, María decidió ir a visitar a su cuñada Catalina García de Yros, viuda de Antonio de Santa Ana, a la ciudad Chiquinquirá, que distaba unas 14 leguas (70 Kms.) de Tunja.
Antonio de Santa Ana que en 1560 obtiene  la encomienda de la región,  construyendo entre otras edificaciones, una casa colonial dotada de numerosos aposentos y dependencias para la administración de los colonos, indígenas y esclavos, igualmente construyó una capilla para oficios religiosos.
Posteriormente llegó de España para hacerse cargo de la promulgación de la fe en aquella zona el fraile colaborador fray Andrés de Jadraque y ve la necesidad de dotar a la capilla de un lienzo o cuadro para identificar la devoción, así que encargó al pintor igualmente español Alonso de Narváez que residía en la ciudad de Tunja un cuadro de la Virgen del Rosario, protectora de la Orden Dominicana, a la que pertenecía dicho religioso.
Corría el año 1585, siendo María Ramos una gran devota de la Virgen, ferviente religiosa y deseosa de encontrar su desasosiego emocional, entregada en cuerpo y alma a la oración y el recogimiento, en una de sus numerosa visita a la pequeña capilla, encontró dicha pintura que estaba estampada sobre un lienzo de algodón indígena muy deteriorado, ya que la capilla era de paja y adobe y la humedad y el abandono habían dejado la obra casi irreconocible, sucio y desbaratado, se lo llevó a casa de su cuñada y junto con una de las criada, llamada esta Ana Domínguez, lo limpiaron cuidadosamente y lo colocaron en un bastidor de guadua (una especie de caña colombiana muy resistente), colgándolo nuevamente de la pared, pero la imagen estaba muy difusa y deteriorada.
Según las crónicas y la historia, María siguió venerando la imagen todos los días y le pedía que se le manifestara la imagen escondida y le diera una prueba de fe, hasta que un viernes, 26 de diciembre de 1589 a primera hora de la mañana, un hecho cambió su vida, saliendo del lugar después de sus oraciones diarias, se encontró en la puerta con una india nativa llamada Isabel y su pequeño hijo Miguel, gritándole a María “Mire, mire Señora”, señalándole ésta como la Virgen descendía del cuadro, que tiempo atrás cuidadosamente había restaurado y colocado María, desprendiendo una luminosidad cegadora y que iluminaba toda el contorno como si de un fuego cegador se tratase, posándose en el lugar que María Ramos utilizaba para sus oraciones, momentos después llegó su cuñada Catalina García y Ana Domínguez y le ayudaron a poner nuevamente el lienzo en su sitio, poco después,  corrieron por toda la ciudad anunciando el milagro a todos los que se encontraban.
Todas las personas que habían conocido anteriormente la imagen, reconocieron que el lienzo estaba totalmente restaurado y sus colores brillaban como el primer día. Llegando hasta esta noticia hasta el arzobispo Luís Zapata de Cárdenas, envió una comisión compuesta por los padres Juan de Figueredo, de Suta, Jerónimo de Sandoval, de Leyva, y los funcionarios Andrés Rodríguez y Diego López de Castilblanco, que comprobaron el milagro y ratificaron los hechos el 10 de Enero de 1587, esta investigación siguió su proceso y finalmente, el 12 de septiembre del mismo año comenzó el culto a la que partir de aquella fecha se la conoce como la Virgen del Rosario de Chiquinquirá.
Los indios Coca reconstruyeron la capilla con paja y bahareque (palos entretejidos con cañas y barro), para cobijar la imagen. Aquel mismo año y viendo las constantes romerías y peregrinaciones al lugar, el arzobispo Luís Zapata de Cárdenas mandó construir un nuevo santuario para venerar a la Virgen. El 30 de Mayo de 1636, el santuario es entregado a los frailes dominicos, quienes construyeron un convento al lado y desde entonces vienen manteniendo el culto a la Santísima Virgen de Chiquinquirá y en 1643 el pintor Acero de la Cruz reprodujo la imagen que se encuentra en la nave lateral del templo que se utiliza en las procesiones.
El 9 de julio de 1919, las autoridades civiles y religiosas colombianas, Monseñor Herrera, Arzobispo de Bogotá y don Marco Fidel Suárez, Presidente de la República, coronaron solemnemente a nuestra señora de Chiquinquirá como Reina y Patrona de Colombia.

Este es un pequeño resumen de la vida de María Ramos, ignorada en su tierra natal y reconocida y recordada en Colombia a través de los siglos.

Fuentes.- Alberto E Ariza.- Apostillas a la Historia de Nuestra Señora de Chiquinquirá, Editorial Kelly, 1969. Biblioteca Nacional de Colombia Luis Angel Arango. Arnaldo Fonseca.- Crónicas Marianas  y autor.

Rafael Candelario Repisa

miércoles, 4 de agosto de 2010

REPARACIÓN MORAL

JESÚS RIVERO FONTÁN

(Guadalcanal 2/01/1900 – Coria del Río 2/01/1967).

Cuando los militares se sublevaron contra el Gobierno de la República (1936) y provocaron la Guerra Civil, vivía en Guadalcanal junto con su mujer y sus 2 hijas desempeñando su trabajo como funcionario del Ayuntamiento de dicho pueblo.
Se unió al ejército de la República donde alcanzó en 1937, el grado de Sargento de Ingenieros, destinado en el Batallón de Destrucciones nº 1 de Alcácer, donde permaneció hasta que terminó la guerra.
Creyendo la propaganda fascista que proclamaba que todos los que no estuvieran inmersos en delitos de “sangre” podían volver a sus pueblos sin ningún temor, salió de Alcácer el día 8 de abril de 1939 llegando a Guadalcanal la noche del 10 de abril donde fue apresado por los falangistas locales Daniel Herce Perelló y Jaime Perelló Rivero que lo condujeron al depósito carcelario de la localidad donde permaneció, sin que permitieran la visita de su mujer e hijas, hasta el día 15 del mismo mes que fue conducido a la prisión Provincial de Sevilla.
Fue juzgado en Consejo de Guerra por el Juzgado Militar Provisional nº 62 con sede en Sevilla en Procedimiento Sumarísimo de Urgencia, Causa 2080/1939 en la que “macabra ironía”, la acusación principal es la de auxilio a la rebelión y por la que el fiscal pide pena de muerte que al final queda en 20 años de reclusión mayor.
El 20/09/1940 es trasladado a la Colonia Penitenciaria Militarizada nº 1 al campamento “La Corchuela” en Dos Hermanas (Sevilla) donde permaneció preso hasta el 17/07/1943 que fue puesto en libertad, en calidad de “Libertad Condicional”, siendo indultado en 1945 atendiendo al Decreto nº 256 de 9/10 del citado año.
En 1945 viene a Coria donde, gracias a la influencia de D. Luis Yáñez-Barnuevo y D. Manuel Asián consigue una colocación como administrativo en el Almacén de Aceitunas de “Artacho” situado en la calle Cervantes de la localidad.
Aquí le nace su tercer hijo (el que suscribe) y aquí en este bendito pueblo permanece como un coriano más respetado y querido por todos los que le trataron, hasta el día de su muerte.





Ahora 70 años después Jesús Rivero Fontán ha obtenido oficialmente la Reparación Moral mediante la cual, la Democracia española honra a los que sufrieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura.









Fuentes.- ANA FONTÁN RAMÍREZ